Los días siguen pasando,
y los relojes aumentando,
la suma errónea de su tiempo.
Recuerdo toda la semana,
el lunes, por su cara amarga,
despertares sometidos
por el sonido horrible,
cuando el tiempo avisa.
Quedarme sentado,
bajo tierra,
aún en aquel sueño,
o en esta vida.
Los martes eran lunes,
que habían desaparecido,
el miércoles un interrogante,
el jueves, la respuesta al viernes,
el sábado por venir, de porvenires,
el domingo descomulgado,
día de trabajo.